Por todo lo que me dice, hay muchas coincidencias. Mi abuelo [Juan Barja de Quiroga I] fue organizador del alzamiento en Galicia y enlace con Asturias y Bilbao. Era militar del cuerpo de Infantería y perteneció a Estado Mayor; estudió en la Escuela de Guerra y fue de los miembros que se opusieron a las Juntas de Defensa (conservo el expediente completo, con cartas manuscritas de todos ellos). Estuvo a las órdenes de Mola y Sanjurjo en África y falleció en el frente de Teruel, en enero de 1938, durante la batalla del norte.

Además de su carrera militar, fue abogado en ejercicio —retirado por la Ley de Azaña—, de ideología monárquica y conservadora. Tuvo sus roces con los falangistas: fue creador de la Bandera Legionaria Gallega, que se disolvió a los pocos meses del alzamiento por sus discrepancias con Hedilla.

Era colaborador habitual de Acción Española; de hecho, conservo en su biblioteca la colección completa de la revista, en la que figuran sus artículos ademas de la correspondencia con personajes como Ángel Ossorio, el general Pozas, Mola y otros juristas y escritores de la revista de distintas partes de España. Es posible incluso que haya algo relativo a su familia y que yo no haya identificado los nombres.

Mi bisabuelo, Manuel Barja Cerdeira, también fue abogado y jurista muy conocido en La Coruña; murió con más de cien años. Ejercía en el Colegio de Madrid y solía viajar con frecuencia a la capital, donde visitaba a los amigos de su hijo. Le comento todo esto por si sirve para hilar posibles conexiones familiares.

Mi padre [Juan Barja de Quiroga II], también militar y abogado, se estableció en Madrid en los años 70. Heredó la biblioteca y el archivo familiar que su abuelo había custodiado. Recuerdo que, de niña, me llevaba con él a la Cuesta de Moyano, donde curioseaba y compraba libros de pensamiento político, ampliando así la biblioteca heredada. Por eso, aunque hay muchas coincidencias, no puedo asegurar con certeza la procedencia exacta de algunas piezas, como el bloc de notas, fechado en 1954, posterior a la muerte de mi abuelo. Incluso los libros que tengo anotados lo están tanto por mi bisabuelo, como por mi abuelo o por mi padre, hechos curiosos cuando he vendido a pensadores actuales estos libros con pensamientos de épocas bien distintas.